Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
HISTORIA DEL ALMIRANTE



Comentario

Carta de Paulo, físico florentino, al Almirante, acerca del descubrimiento de las Indias


A Cristóbal Colombo, Paulo, físico, salud. Yo veo el magnífico y grande deseo tuyo para haber de pasar adonde nace la especería, y por respuesta de tu carta te envío el treslado de otra carta que ha días yo escribí a un amigo y familiar del Serenísimo Rey de Portugal, antes de las guerras de Castilla, a respuesta de otra que por comisión de Su Alteza me escribió sobre el dicho caso, y te envío otra tal carta de marear, como es la que yo envié, por la cual serás satisfecho de tus demandas; cuyo treslado es el que se sigue: A Fernan Martinez, canónigo de Lisboa, Pauli, físico, salud. Mucho placer hobe de saber la privanza y familiaridad que tienes con vuestro generosísimo y manificentisimo Rey, y bien que otras muchas veces tenga dicho del muy breve camino que hay de aquí a las Indias, adonde nace la especería, por el camino de la mar, más corto que aquel que vosotros haseis para Guinea, dicesme que quiere agora Su Alteza de mi alguna declaración y a ojo demostración, porque se entienda y se pueda tomar el dicho camino; y aunque cognozco de mi que se lo puedo mostrar en forma de esfera como está el mundo, determiné por más fácil obra y mayor inteligencia mostrar el dicho camino por una carta semejante a aquellas que se hacen para navegar, y ansi la envió a S. M, hecha y debujada de mi mano; en la cual está pintado todo el fin del Poniente, tomando desde Irlanda al Austro hasta el fin de Guinea, con todas las islas que en este camino son, en frente de las cuales, derecho por Poniente, está pintado el comienzo de las Indias, con las islas y los lugares adonde podeis desviar para la linea equinocial, y por cuánto espacio, es a saber, en cuantas leguas podeis llegar a aquellos lugares fertilisimos y de toda manera de especeria y de joyas y piedras preciosas: y no tengais a maravilla si yo llamo Poniente adonde nace la especeria, porque en comun se dice que nace en Levante, mas quien navegare al Poniente siempre hallará las dichas partidas en Poniente, e quien fuere por tierra en Levante siempre hallará las mismas partidas en Levante.

Las rayas derechas que están en luengo en la dicha carta amuestran la distancia que es de Poniente a Levante; las otras, que son de través, amuestran la distancia que es de Septentrion en Austro. También yo pinté en la dicha carta muchos lugares en las partes de India, adonde se podría ir aconteciendo algún caso de tormenta ó de vientos contrarios ó cualquier otro caso que no se esperase acaecer, y también porque se sepa bien de todas aquellas partidas, de que debéis holgar mucho.

Y sabed que en todas aquellas islas no viven ni tractan sino mercaderes, avisándoos que alli hay tan gran cantidad de naos, marineros, mercaderes con mercaderias, como en todo lo otro del mundo, y en especial en un puerto nobilisimo llamado Zaiton, do cargan y descargan cada año cien naos grandes de pimienta, allende las otras muchas naos que cargan las otras especerias.

Esta patria es populatisima, y en ella hay muchas provincias y muchos reinos y ciudades sin cuento debajo del señorio de un Principe que se llama Gran Can, el cual nombre quiere decir en nuestro romance Rey de los Reyes. El asiento del cual es lo más del tiempo en la provincia del Catayo. Sus antecesores desearon mucho de haber plática e conversación con cristianos, y habrá doscientos años que enviaron al Sancto Padre para que enviase muchos sabios e doctores que les enseñasen nuestra fe, mas aquellos que el envió, por impedimento, se volvieron del camino sin llegar a Roma; y también al Papa Eugenio vino un embajador que le contaba la grande amistad que ellos tienen con cristianos, e yo hablé mucho con él de muchas cosas e de las grandezas de los edificios reales, y de la grandeza de los rios en ancho y en largo, cosa maravillosa, e de la muchedumbre de las ciudades que son allá a la orilla dellos, e como solamente en un rio son docientas ciudades, y hay puentes de piedra mármol muy anchas y muy largas adornadas de muchas columnas de piedra mármol. Esta patria es digna cuanto nunca se haya hallado, e no solamente se puede haber en ella grandísimas ganancias e muchas cosas, mas aún se puede haber oro e plata e piedras preciosas e de todas maneras de especeria, en gran suma, de la cual nunca se trae a estas nuestras partes; y es verdad que hombres sabios y doctos, filósofos y astrólogos, y otros grandes sabios en todas artes y de grande ingenio, gobiernan la magnífica provincia e ordenan las batallas.

Y de la ciudad de Lisboa, en derecho por el Poniente, son en la dicha carta veinte y seis espacios y en cada uno dellos hay doscientas y cincuenta millas hasta la nobilisima y gran ciudad de Quisay, la cual tiene al cerco cien millas, que son veinte y cinco leguas, en la cual son diez puentes de piedra mármol. El nombre de la ciudad, en nuestro romance, quiere decir Ciudad del cielo; de la cual se cuentan cosas maravillosas de la grandeza de los artificios y de las rentas. Este espacio es cuasi la tercia parte de la esfera; la cual ciudad es en la provincia de Mango, vecina de la ciudad del Catayo, en la cual está lo más del tiempo el Rey, e de la isla de Antilla, que vosotros llamáis de Siete Ciudades, de la cual tenemos noticia, hasta la nobilísima isla de Cipango, hay diez espacios, que son dos mil y quinientas millas, es a saber doscientas y veinte y cinco leguas, la cual isla es fertilisima de oro y de perlas y piedras preciosas.

Sabed que de oro puro cobijan los templos y las casas reales; así que por no ser cognoscido el camino están todas estas cosas encubiertas, y a ella se puede ir muy seguramente.

Muchas otras cosas se podrian decir, mas como os tengo ya dicho por palabra y sois de buena consideracion, sé que nos vos queda por entender, y por tanto no me alargo más, y esto sea por satisfacion de tus demandas cuanto la brevedad del tiempo y mis ocupaciones me han dado lugar; y asi quedo muy presto a satisfacer y servir a Su Alteza cuanto mandare muy largamente.

Fecha en la ciudad de Florencia a veinte y cinco de Junio de mil y cuatrocientos y setenta y cuatro años.

Después de esta carta, volvió a escribir al Almirante, del modo que sigue:

A Cristobal Colombo, Paulo, físico, salud. Yo rescibi tus cartas con las cosas que me enviaste, y con ellas rescibi gran merced. Yo veo el tu deseo magnifico y grande de navegar en las partes de Levante por las de Poniente, como por la carta que yo te envio se amuestra, la cual se amostrará mejor en forma de esfera redonda. Pláceme mucho sea bien entendida; y que es el dicho viaje, no solamente posible, mas que es verdadero y cierto e de honra e ganancia inestimable y de grandisima fama entre todos los cristianos. Mas vos no lo podreis bien conocer perfectamente, salvo con la experiencia o con la plática, como yo la he tenido copiosisima, e buena e verdadera información de hombres magníficos y de grande caber, que son venidos de las dichas partidas, en esta corte de Roma, y de otros mercaderes que han tractado mucho tiempo en aquellas partes, hombres de mucha auctoridad. Asi que cuando se haga el dicho viaje será a reinos poderosos e ciudades e provincias nobilisimas, riquisimas de todas maneras de cosas en grande abundancia y a nosotros mucho necesarias, ansi como de todas maneras de especieria en gran suma y de joyas en grandisima abundancia. También se irá a los dichos Reyes y Principes que están muy ganosos, más que nos, de haber tracto e lengua con cristianos destas nuestras partes, porque grande parte dellos son cristianos y tambien por haber lengua y tracto con los hombres sabios y de ingenio de acá, ansi en la religion como en todas las otras ciencias, por la gran fama de los imperios y regimientos que tienen destas nuestras partes; por las cuales cosas todas y otras muchas que se podrian decir, no me maravillo que tú, que eres de grande corazón, y toda la nación de portugueses, que han seido siempre hombres generosos en todas grandes empresas, te vea con el corazón encendido y gran deseo de poner en obra el dicho viaje".

Esta carta, como he dicho, encendió mucho al Almirante para su descubrimiento, si bien quien la envió estaba en el error de creer que las primeras tierras que se encontrasen habían de ser las del Catay y el Imperio del Gran Can, con lo demás que refiere; pues, como ha probado la experiencia, es mayor la distancia desde nuestras Indias allí, que la de aquí a dichos países.